martes, 30 de agosto de 2011

19. Un alto en el camino


Mi historia con Francesca es larga. Muy larga. Esa fue la primera noche, la primera de muchas noches juntos, unidos, viviendo una historia... diferente. Usted está unido a Dios, y yo estoy unido a ella, pero... ¿Qué demonios? Soy inmortal y poderoso, no soy de sucumbir ante los encantos de una sola dama. Ni de un solo Dios. Por eso me rodeo de los seres más capacitados en todos los sentidos para que mi trabajo no requiera de tanto esfuerzo. Soy un pecador, y la pereza también está dentro de mis ocupaciones diarias.
Cuando hablo de Francesca, no puedo evitar mencionar algo suyo, algo que, a día de hoy, me acompaña en los peores momentos. Es más, ahora mismo está trabajando en este pequeño proyecto. Se trata de Rose Taylor, mi ayudante y compañera más fiel. En el momento de la historia en la que me encuentro... bueno... ni existía. Hay una gran diferencia de edad. Pero no puedo evitar recordarla, y menos en momentos tan tiernos y donde hablo de cosas tan personales como es ahora.
Rose no es una persona que se tenga que mencionar en el hilo histórico de mi no-vida, ya que simplemente apareció. Francesca se sentía sola y creó una Chiquilla casi tan poderosa como ella. Una americana cachonda, he de admitir, pero mucho más profunda que un simple cuerpo lleno de curvas. Fue una época rara, hará unos dos o tres años. Mi bello ángel estaba ausente, perdida en sus pensamientos, y tan bien protegida de mi influencia que jamás pude saber en qué pensaba. Pero ahí estaba ella, la joven Rose, sin saber dónde meterse y qué hacer con su nueva no-vida. Así que me apoderé de ella. Tal y como hice con la Sire de su Sire, y con su propia creadora, la acogí en mi refugio y la ayudé a ser más poderosa.
¿Y por qué hablo ahora de ella y no cuando llegue al punto exacto en el que la conocí? Bueno, la verdad es que se me hace un poco tedioso seguir una línea ya estipulada. Prefiero volar entre líneas, ser libre y poder hablar de alguien tan maravilloso. Se merece una mención especial en todo esto. Además, vendrá de un momento a otro, si es que no se queda en la puerta de la iglesia empanada mirando lo bonita que es...
Oye, todos tenemos nuestros defectos, ¿no? Y ella no es totalmente perfecta. Yo... bueno, yo tampoco. No puedo ser perfecto porque serlo es un defecto, y la perfección se basa en la ausencia total de defectos. ¿A que nunca lo había pensado así? Por eso yo creo en Dios, es el único ser perfecto, pero... ¿ve? Ya tiene una imperfección. Por eso, a veces, pierdo un poco la fe. Pero no se preocupe, buen amigo. Rose y yo vamos habitualmente a rezar. Yo le obligo a hacerlo. Si nos queda algo de alma, que por lo menos vaya a algún lugar bonito.
Creo que ella es tan especial porque es lo más parecido a Francesca que tengo. También hay que tener en cuenta que procede de ella, que es parte de mi ángel. Por eso pasó a ser mi musa. Base de mi inspiración en general, tanto para lo más bello... como para lo más macabro. Mi plan es superior, pero esta parte del plan es cosa suya. Secuestrar a un cura, amordazarlo y presionarle de forma casi humana, ¡por favor! Podría meterme en su mente, sacar lo que necesito y matarle, pero también necesitaba confesarme, así que... mato dos pájaros de un tiro. Pero aún no es su momento, amigo, así que tranquilo. Mi arma no está apuntando a sus pequeñas alas de pichón enjaulado.
Le haré un breve resumen de mi querida Rose, para que entienda qué hace aquí. Vino a Madrid cuando todo perdió sentido en su Nueva York natal. Vino para encontrar ese sentido, pero lo que encontró fue un precioso cadáver que la invitó a tener una nueva vida. Francesca, a pesar de crearla, no se hizo cargo de ella, y quedó un poco perdida y sin saber qué hacer. Iba siempre unida a otros dos neonatos y a... bueno. A otra vampiresa de la cual no voy a hablar aún. Esa mujer si tiene un lugar en mi historia. De una forma u otra, los cuatro terminaron en mi residencia y, por temas políticos, nos enfrentamos a la Camarilla, saliendo victoriosos. Desde entonces, Rose pasó a ser una poderosa aliada, y se instaló en pleno centro de la capital. Durante ese tiempo yo estaba ausente, pero eso es lo de menos. Ella me esperó, y ella se encargó de mi cuando yo volví a Madrid, demostrando su lealtad y su aprecio a mi persona. ¿Qué más podía yo pedir?
Y desde entonces estamos más unidos que nunca. Durante mi ausencia, ella fue haciéndose con poder en las altas esferas de Madrid y coordinó su vida en la política nocturna con su gusto por el arte, la música y los paseos tranquilos. Es extraordinaria, y digna de vivir para siempre. El mundo no podía perder semejante monumento al buen hacer y a la buena imagen.
Francesca ha sido importante, y es importante. Es la única. Pero yo me pregunto qué sería de mí sin alguien como Rose. Más aún, no sé qué sería de alguien como yo sin Rose.
Llevo con ella más de 3 años, Padre. Tres fantásticos años desde que volví a la vida pública. Tres años desde que su inocente mirada brillaba al ver cómo aparecí de nuevo. Y, a pesar de todo, no sé si al final encontró el sentido de su vida desde que ella está en Madrid...

...Pero créame si le digo, Padre, que yo si lo he encontrado con ella.

lunes, 29 de agosto de 2011

18. Pasó mucho tiempo

Ah, las Tradiciones... Es divertido, somos seres inmortales, poderosos y sumamente perfectos y tenemos reglas. ¡Deberíamos poder hacer cualquier cosa! Pero no, estamos atados a letras escritas en papel. Maldita sea la hora que se juntaron todos para montar esta tontería. Una Secta, joder, suena hasta mal. Se unen los clanes para poner normas y los conocen como Sectas. ¿Y para qué? ¡Para limitarnos! Me niego...
Espera, se me pasa algo. No le he hablado de las Sectas, ¿verdad? Pues si, Padre. Estamos organizados. Hay dos grandes grupos de clanes vampíricos que se pelean por absurdos ideales inmortales. Frederick me lo mostró con aquel telar que estaba en mi habitación, ¿recuerda? Era una representación de las dos Sectas enfrentadas. Seis clanes contra dos. Los seis clanes son la conocida como Camarilla, los "buenos". Ellos crearon las Tradiciones y su objetivo es que todos los Vástagos se porten bien. Luego están los otros dos, el Sabbat. Esos... bueno. Esos llevan una vida más fácil. Se preocupan por no liarla, si. Pero menos. Son más sanguinarios, más cercanos a la bestia. Esa idea me atrajo, pero ya llegaremos a esa parte de la historia.
Estando en Milán, yo pertenecía a la Camarilla, ya que el clan de los Ventrue era el principal precursor de la misma. En la Camarilla está mi Clan, el de Judith y Francesca, los Toreador; y hay otros cuatro, que son los Brujah, Tremere, Malkavian y Nosferatu. Nombres pintorescos, ¿verdad? No se preocupe, los irá conociendo a lo largo de la historia. Había otro más, los Gangrel... pero de ese clan no quiero hablar. Aún.
Estuvimos años aprendiendo las Tradiciones y sin salir de casa. ¿El motivo? Muy sencillo: había una manada de Hombres Lobo cercando el lugar. ¿Cree usted que es sano saber que un ser cuyas garras tienen el tamaño de toda su espalda está deseando hacerle pedazos? Decidimos aprender y mejorar allí. Frederick, en un par de escapadas, consiguió traer más criados para nuestra buena alimentación. Aunque yo me quedé con mi criada particular. No me gusta el sabor de la sangre de un hombre, lo detesto. Soy muy especial para comer.
Y si, había gran tensión en aquella casa. Todos queríamos a Judith más muerta de lo que ya estaba, pero ya sabe: No podemos matar a otro Vampiro. Así que tampoco podíamos invitarla a dar un paseo por los alrededores de mi casa. Éramos más fuertes, más rápidos, más convincentes... Era una mejora casi diaria. ¿Qué otra cosa podíamos hacer?
Pasaron alrededor de 20 años cuando volví a salir a la calle. Con Francesca. Ella parecía una estatua griega, por su perfección y su palidez. No conseguí sacarle palabra en veinte años. A usted le parecerá una eternidad, pero para nosotros eso no fue nada. Veinte años sin saber qué pensaba, qué sentía... Mi cuerpo y mente eran de vampiro, pero mi corazón era muy humano, y moría día a día sin poder encontrar en su mirada ningún atisbo de sentimiento o pensamiento racional. Era una máquina, estaba siendo fabricada para vivir la noche de este Mundo tenebroso. Pero fue esa noche cuando deseé salir. No sé por qué, pero me salió bien.

Tomamos el nuevo carromato para dirigirnos a la ciudad. El antiguo había tenido un pequeño accidente hacía unos años, cuando nos traían nuevos criados más eficientes. No sabíamos por qué sólo quedaron astillas, y por qué Frederick nos trajo a seis personas en estado catatónico. Él prefería no opinar.
La Luna Llena brillaba en lo alto de Milán cuando entramos en la ciudad. Estuve todo el trayecto mirando el rostro de Francesca. En sus facciones, algo había cambiado. Ese calor e inocencia que ocultaba su mirada había desaparecido, dejando lugar a una madurez casi sobrenatural. Sus ojos no expresaban nada. Y fue entonces cuando perdí los papeles.

- Llevo una eternidad deseando saber en qué piensas -me dirigió una mirada muerta e inexpresiva. Hasta las estatuas podían decir que expresaban algo más -deseo escuchar tu voz para algo que no sea preguntar una duda o utilizar tu poder.

Por supuesto, no recibí ninguna respuesta. Fue entonces cuando me concentré. Mi poder... tenía que usar mi poder, tenía que hacerla hablar, quería saber qué pasaba por su cabeza... Y lo sentí. Sentí cada pensamiento suyo en mi interior, cada sentimiento desbordando en su pecho y latiendo en el mío. Tristeza, dolor, pero felicidad y esperanza. Un fuerte ideal de no decir una palabra por respeto, miedo y algo de orgullo. Un ideal que sentí que podía cambiar. Un ideal que yo, desde mi propia cabeza, borré de la suya.

- ¿Francesca? -mi pregunta fue lanzada al vacío, jamás pensé que llegaría a los oídos a los que se dirigía
- Una eternidad en silencio, y sólo tu voz y tu mirada son capaces de devolverme a la vida... -era ella, era mi ángel, que volvía a hablar una vez más.
- ¿Por qué has callado tanto durante tanto tiempo? -decidí que en su mente no había más que buscar, que aprendería de sus palabras y actos, y no jugaría sucio.
- No lo sé, tenía miedo...
- ¿De qué tenías miedo, mi bella musa?
- De que no me quisieras por ser lo que soy...

Desde entonces soy más lanzado. Estuvo callada veinte años por idiota. La amaba...

domingo, 28 de agosto de 2011

17. Una importante lección

Supongo que usted, después de esta conversación tan animada, seguirá pensando que soy un monstruo. Dígame, Padre. ¿Soy yo un monstruo por alimentarme de sangre y vivir de noche? Bueno, entonces responda a esta pregunta: ¿Es humana una persona que deja que las demás sufran por su beneficio? Yo creo que no. Creo que soy más humano que toda esa panda de hipócritas de piedra que viven por su bien y no miran por los demás. El hecho de que beba sangre humana no me convierte en un horrendo ser del Infierno. Mire a su alrededor, usted que trabaja en esto. Mire a su alrededor y dígame cuántas personas se redimen de sus acciones pasadas en un burdo confesionario ante una persona que, sólo por llevar un alzacuellos y una túnica hortera, sigue siendo un ser humano con sentimientos y con una vida que tiene mil historias parecidas a las que está escuchando. Trabajo, dinero, amor... ¡Basura! Sólo cuando llevas 483 años en este mundo puedes descubrir el valor del trabajo bien hecho, del dinero bien invertido y del amor bien correspondido.
Y en aquel momento podía sentirme más humano, porque mi sentimiento era puro, y no podía mirar por mi mismo. Sólo podía ver reproches en la acción de Judith y pena por los llantos de mi amada. Preocuparme por la situación. Ahí recordé que yo era el hermano mayor de mi familia y de cómo era yo quien solucionaba los problemas de los pequeños. Y volví a echar mano a mi bolsillo para buscar la cruz negra de mi hermana Lauretta. Casi quinientos años acompañándome... ¿Sabe el valor que podría tener esta joya si la vendiera ahora mismo? No. Porque su valor no tiene límite. ¿Quiere usted saber lo que es una bestia? Hágale algo a esto.

En la puerta nos esperaba el carromato, que partió a gran velocidad cuando entramos. Frederick dejó libre de cualquier lazo a Francesca y ésta se quedó quieta y cabizbaja durante todo el trayecto. Judith me miraba de forma desafiante, y yo le aguantaba la mirada hasta que ella desistía. No teníamos fuerza para utilizar nuestros poderes, pero de igual forma la tensión de aquel vehículo podría haber encendido una hoguera.
Al llegar a mi residencia, Martina se sintió un poco preocupada. No podía alimentar a cuatro vampiros sedientos, pero fui yo mismo quien se "sacrificó" por los demás y me quedé sin comer. Aunque sólo Frederick probó de la dulce sangre de mi criada. Francesca se quedó sentada en la sala de estar y Judith salió de forma sobrenatural en dirección a la habitación, donde el portazo dejó patente su deseo de quedarse a solas.

- Bien, creo que ha llegado el momento de hablar un poco de este tema -dijo Frederick, con una segunda copa de sangre, sentándose frente a Francesca. Ésta no podía dirigir su mirada a otro lugar que no fuera el suelo, pero igualmente yo tomé asiento a su lado.
- Mi más bello ángel... corrupto por la sangre de Caín -Miré a Frederick, y mi voz sonó decisiva - Dime que recibirá un castigo por esto.
- Es un gran dilema, Dominique -dijo Frederick, pensativo - En esta ciudad no hay un Príncipe, y eso significa que aquí no hay respeto por las Tradiciones. Igualmente, yo soy muy partícipe a hacerlas cumplir, incluso cuando no hay un claro liderazgo de un antiguo en el territorio. Y hay que tener en cuenta los factores que...
- Frederick, tengo un problema -apunté mi mirada al mismo lugar donde ahora miraba Francesca, al suelo -No conozco esas tradiciones.
- ¡Maldita sea! -gritó Frederick, y lanzó la copa contra la pared, manchándola de sangre -Llevo enseñándotelas durante muchas noches, ¿y aún no te las has aprendido?
- Tú mismo me decías que, a pesar de todo, no tenían demasiado valor si lo único que hacíamos era vagar por estas tierras sin dueño...
- Pues hoy te las mostraré de forma tan fiel que jamás se te olvidarán. Hoy yo seré el Príncipe de esta casa y de estos territorios, y os demostraré lo que un antiguo enfadado puede hacer si se le ofende con esta desfachatez.

Frederick, en un parpadeo de ojos, apareció con un pliego de papel y con una pluma. Dejó un tintero sobre la mesa y comenzó a escribir a una velocidad vertiginosa. Dejó el papel en la mesa cuando terminó y se levantó. Cerró los ojos y, minutos después, Judith estaba acercándose temerosamente a su posición.

- Siéntate, ahora viene la clase que más os va a marcar a todos. Os lo juro. Aprenderéis las Tradiciones como si se tratara del "Padre Nuestro" o sufriréis las consecuencias. ¿Estáis preparados?

Por supuesto que lo estábamos. Hasta Francesca miraba a Frederick, que nos mostró las seis tradiciones de los vampiros. Una de ellas yo la estoy rompiendo ahora, pero no pasa nada. Posiblemente usted no salga vivo de esta noche. Eso me hace no ser culpable de romper la Primera Tradición.

- Existen seis tradiciones, las cuales habéis de cumplir.
· La Primera Tradición es "La Mascarada". No podréis revelar lo que somos a nadie, porque de hacerlo seréis condenados.
· La Segunda Tradición es "El Dominio". En mi territorio mando yo, se me respetará y se acatarán mis órdenes. No hay lugar a recriminar mis palabras si te encuentras en mis tierras.
· La Tercera y la Cuarta Tradición son "La Progenie" y "La Responsabilidad", tema que hoy tenemos muy presente. Sólo se puede crear a otro Vampiro si un Antiguo te da permiso, y tendréis que haceros responsables de todos los actos del nuevo Chiquillo. No tener permiso o que el neonato haga algo malo será motivo de ejecución tanto del recién creado como de vosotros mismos.
· La Quinta Tradición es "La Hospitalidad". Cada vez que visitéis algún lugar, deberéis presentar respetos al líder del lugar. No seréis nadie si no os acepta allí.
· La Sexta y última Tradición, y no por ello menos importante, es "La Eliminación". Está terminantemente prohibido destruir a otro Vástago, sea de la forma que sea.

Y ahora, malditos chupasangres descerebrados, vais a sufrir mi ira. La ira de un antiguo dolido por la actitud de aquellos a los que ha enseñado a sobrevivir y que no tienen ni idea de cómo es el mundo de las sombras.

Ha sido la única vez que he permitido que se me castigara...