Mi historia con Francesca es larga. Muy larga. Esa fue la primera noche, la primera de muchas noches juntos, unidos, viviendo una historia... diferente. Usted está unido a Dios, y yo estoy unido a ella, pero... ¿Qué demonios? Soy inmortal y poderoso, no soy de sucumbir ante los encantos de una sola dama. Ni de un solo Dios. Por eso me rodeo de los seres más capacitados en todos los sentidos para que mi trabajo no requiera de tanto esfuerzo. Soy un pecador, y la pereza también está dentro de mis ocupaciones diarias.
Cuando hablo de Francesca, no puedo evitar mencionar algo suyo, algo que, a día de hoy, me acompaña en los peores momentos. Es más, ahora mismo está trabajando en este pequeño proyecto. Se trata de Rose Taylor, mi ayudante y compañera más fiel. En el momento de la historia en la que me encuentro... bueno... ni existía. Hay una gran diferencia de edad. Pero no puedo evitar recordarla, y menos en momentos tan tiernos y donde hablo de cosas tan personales como es ahora.
Rose no es una persona que se tenga que mencionar en el hilo histórico de mi no-vida, ya que simplemente apareció. Francesca se sentía sola y creó una Chiquilla casi tan poderosa como ella. Una americana cachonda, he de admitir, pero mucho más profunda que un simple cuerpo lleno de curvas. Fue una época rara, hará unos dos o tres años. Mi bello ángel estaba ausente, perdida en sus pensamientos, y tan bien protegida de mi influencia que jamás pude saber en qué pensaba. Pero ahí estaba ella, la joven Rose, sin saber dónde meterse y qué hacer con su nueva no-vida. Así que me apoderé de ella. Tal y como hice con la Sire de su Sire, y con su propia creadora, la acogí en mi refugio y la ayudé a ser más poderosa.
¿Y por qué hablo ahora de ella y no cuando llegue al punto exacto en el que la conocí? Bueno, la verdad es que se me hace un poco tedioso seguir una línea ya estipulada. Prefiero volar entre líneas, ser libre y poder hablar de alguien tan maravilloso. Se merece una mención especial en todo esto. Además, vendrá de un momento a otro, si es que no se queda en la puerta de la iglesia empanada mirando lo bonita que es...
Oye, todos tenemos nuestros defectos, ¿no? Y ella no es totalmente perfecta. Yo... bueno, yo tampoco. No puedo ser perfecto porque serlo es un defecto, y la perfección se basa en la ausencia total de defectos. ¿A que nunca lo había pensado así? Por eso yo creo en Dios, es el único ser perfecto, pero... ¿ve? Ya tiene una imperfección. Por eso, a veces, pierdo un poco la fe. Pero no se preocupe, buen amigo. Rose y yo vamos habitualmente a rezar. Yo le obligo a hacerlo. Si nos queda algo de alma, que por lo menos vaya a algún lugar bonito.
Creo que ella es tan especial porque es lo más parecido a Francesca que tengo. También hay que tener en cuenta que procede de ella, que es parte de mi ángel. Por eso pasó a ser mi musa. Base de mi inspiración en general, tanto para lo más bello... como para lo más macabro. Mi plan es superior, pero esta parte del plan es cosa suya. Secuestrar a un cura, amordazarlo y presionarle de forma casi humana, ¡por favor! Podría meterme en su mente, sacar lo que necesito y matarle, pero también necesitaba confesarme, así que... mato dos pájaros de un tiro. Pero aún no es su momento, amigo, así que tranquilo. Mi arma no está apuntando a sus pequeñas alas de pichón enjaulado.
Le haré un breve resumen de mi querida Rose, para que entienda qué hace aquí. Vino a Madrid cuando todo perdió sentido en su Nueva York natal. Vino para encontrar ese sentido, pero lo que encontró fue un precioso cadáver que la invitó a tener una nueva vida. Francesca, a pesar de crearla, no se hizo cargo de ella, y quedó un poco perdida y sin saber qué hacer. Iba siempre unida a otros dos neonatos y a... bueno. A otra vampiresa de la cual no voy a hablar aún. Esa mujer si tiene un lugar en mi historia. De una forma u otra, los cuatro terminaron en mi residencia y, por temas políticos, nos enfrentamos a la Camarilla, saliendo victoriosos. Desde entonces, Rose pasó a ser una poderosa aliada, y se instaló en pleno centro de la capital. Durante ese tiempo yo estaba ausente, pero eso es lo de menos. Ella me esperó, y ella se encargó de mi cuando yo volví a Madrid, demostrando su lealtad y su aprecio a mi persona. ¿Qué más podía yo pedir?
Y desde entonces estamos más unidos que nunca. Durante mi ausencia, ella fue haciéndose con poder en las altas esferas de Madrid y coordinó su vida en la política nocturna con su gusto por el arte, la música y los paseos tranquilos. Es extraordinaria, y digna de vivir para siempre. El mundo no podía perder semejante monumento al buen hacer y a la buena imagen.
Francesca ha sido importante, y es importante. Es la única. Pero yo me pregunto qué sería de mí sin alguien como Rose. Más aún, no sé qué sería de alguien como yo sin Rose.
Llevo con ella más de 3 años, Padre. Tres fantásticos años desde que volví a la vida pública. Tres años desde que su inocente mirada brillaba al ver cómo aparecí de nuevo. Y, a pesar de todo, no sé si al final encontró el sentido de su vida desde que ella está en Madrid...
...Pero créame si le digo, Padre, que yo si lo he encontrado con ella.
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